La produce una bacteria denominada clostridium botulinum. La toxina que se utiliza, la tipo A, actúa bloqueando los receptores neuromusculares y produce un potente efecto relajante del músculo (este es el efecto del que se benefician las personas que reciben inyecciones para hacer desaparecer las arrugas). Desde 1989 se utiliza para el tratamiento del estrabismo, espasmos de los párpados y de la cara. Desde entonces se han ido sumando indicaciones de uso, entre ellas el dolor craneofacial y el miofascial.
Se sabe que también podría ser útil en otros tipos de dolor no relacionados con la contracción muscular, como el dolor articular o el dolor de miembro fantasma.
Se trata de un medicamento que en manos profesionales es seguro y presenta escasos efectos adversos.
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